Caído el gabinete de Ana Jara, no son muchas las posibilidades de maniobra que le quedan a Ollanta Humala. Lo que acaba de consumarse en el Perú, aunque no se vea a sí, es un nuevo Golpe de Estado congresal que, a diferencia de Honduras o Paraguay, no será para sustituirlo sino para imponerle a la fuerza un gabinete a la carta de los comensales aprofujimontesinistas. Eso es lo que esa canalla espera conseguir ahora.

Cabe recordar una vez más, que el gobierno nacionalista fue herido de muerte antes de que empezara a gobernar.

Aceptar que la Confiep le designe al Ministro de Economía y al presidente del Banco de Reserva, significó para Humala una genuflexión de su parte. De allí en adelante los periódicazos determinaron su verdadera hoja de ruta. Su conducción del gobierno se redujo a observar lo que el ministro de economía decidía por él. Hasta su esposa, Nadine Heredia, demostró tener más poder y decisión en su gobierno.

Ahora al nuevo gabinete le tocará complacer a los aprofujimontesinistas

Será mediante un Consejo de ministros que garantice la represión contra los “antimineros”, el inicio de la explotación en Conga, en Tía María, Pichanaki, Paramonga, Valle Tambo y que se zurre en la consulta con los amazónicos, para asegurar unas inversiones que, como está demostrado no ingresan por falta de sumisión laboral.

Pero, ante todo el nuevo gabinete tendrá como reto inmediato la liberación del ladrón y asesino, Fujimori.

Una vez más, la Confiep, la poderosa organización por la que nadie votó pero compra los gobiernos sin necesidad de obtener votos populares, expresará más que nunca los intereses de la mediocre burguesía churreta peruana que, incapaz de desarrollar empresas y revolucionar los abundantes e interminables medios de producción que contiene el Perú, no encuentra desde sus hamacas otra fórmula para aumentar sus ingresos que aplastando los ingresos de los trabajadores. El gobierno de Humala, ha sido servil a esas apetencias, ahora lo será más que nunca.

Habría una fórmula que podría devolverle dignidad al pobre diablo presidente: imponer un gabinete que enfrente a la oposición y desnude el parasitismo de la clase gobernante, un gabinete que incremente los salarios para exigir una producción que responda al consumo de los trabajadores. Esa sería una salida capitalista, empleada en otras circunstancias y países por dirigentes empresariales capaces de entender la economía capitalista, como Roosevelt que aplicó medidas estatistas para superar los años de la gran depresión en EEUU. A Roosevelt en su época, sus detractores lo acusaron de “comunista”. Hoy lo calificarían de “chavista”. Pero Humala no es capaz de eso. Aunque quisiera, no podría hacer frente a una burguesía que no está dispuesta a dejar la zanganería.

Si Humala confronta a la oposición aprofujimontesinista y provoca una segunda censura a su gabinete, lo que lo obligaría a disolver el Congreso y llamar a nuevas elecciones para elegir nuevos representantes, por mandato de Ley, es probable que a los golpistas les salga el tiro por la culata, porque si hay algo que a los peruanos nos resulta más que nauseabundo es el Congreso.

Esa sería la acción inmediata de un presidente audaz, con una idea clara de cómo lograr mejoras para la población a la que la derecha recalcitrante, bruta y achorada se opone.

Pero Humala no hará eso, para ello necesitaría mucho coraje y él solo es un "cosito".