¿Izquierda? ¿Derecha?
Esas opciones eurocéntricas ignoran la evolución del pensamiento social en el Perú
“…Creemos necesario, además de luchar por la derogatoria de la Ley 30288, que nos organicemos políticamente en la izquierda (subrayado por este autor) — que desde un primer momento se opuso a esta Ley— y luchemos contra el modelo neoliberal por el cambio democrático, patriótico y popular y un nuevo modelo de desarrollo…” (MAS –Movimiento de Afirmación Social – Boletín El Régimen laboral de sobre-explotación juvenil)
El 11 de septiembre de 1789, un debate en la Asamblea Nacional Constituyente de Francia, acerca de un punto crucial en la nueva Constitución, producto de la revolución del 14 de Julio, dividió a los asambleístas. Quienes optaban por un artículo que de hecho mantenía el poder de la monarquía se ubicaron a la derecha de la mesa directiva. Quienes estaban contra la todavía existente autoridad del rey, se ubicaron en la izquierda. Este acontecimiento histórico da origen a los términos de derecha e izquierda que identifican a las formaciones políticas que dan la vuelta al mundo entero.
El concepto moderno de izquierda
Ha estado vinculado al socialismo y al comunismo, ambos de inspiración marxista. Sin embargo, el descrédito del socialismo, identificado con la socialdemocracia representada por el Apra en el Perú, sumado al desprestigio del comunismo identificado con los partidos burocráticos estalinistas, representados por el PCP (desde su variante exmoscovita, hasta Sendero Luminoso, pasando por el Movimiento Nueva Izquierda - MNI y Movimiento de Afirmación Social - MAS, ambos estrechamente vinculados al PCP Patria Roja), así como también de asociaciones políticas como Unidos por el Gran Cambio, Tierra y Libertad, el Partido Socialista, entre otros pequeños grupos que conforman el bloque democrático popular, empuja a los recientes jóvenes radicalizados, a buscar otros referentes que precisen de manera objetiva, un proyecto que empate con su deseo de cambiar radicalmente al corrupto sistema hoy globalizado.
En el Perú
El rechazo tanto a la derecha como a la izquierda, mantiene a nuestros jóvenes en un limbo de indefiniciones que está siendo aprovechado por los grupos tradicionales que intentan convertirlos en agua para su molino. Es decir el molino del reformismo que, como ya la historia nos ha demostrado, solo diluyen a los movimientos populares o, en última instancia los empujan a la derrota, al generar ilusiones en la democracia capitalista o, como reza el planteamiento del MAS que encabeza esta nota, arreando hacia un ambiguo proyecto de “cambio democrático, patriótico y popular y un nuevo modelo de desarrollo” que en realidad no es más que la continuidad del sistema capitalista.
Cuando los jóvenes…
Rechazan esa izquierda democrático-popular, tienen razón.
Esa izquierda, desde la muerte de Mariátegui hace casi 85 años, además de monopolizar verticalmente el pensamiento social y el movimiento popular, hizo total abandono al desarrollo del pensamiento social peruano. Sus tesis políticas eran dictadas desde Moscú luego, desde los 60, por el maoísmo del PC chino, es por eso que las mentes de los dirigentes de esa izquierda, entumecidas por la falta de creación de ideas, no conquista la imaginación de los jóvenes y solo genera rechazo y hasta repugnancia.
La falta de búsqueda en nuestras propias raíces sociales
Tan rica en historia como en persistencia, no ha llegado a esa izquierda, que ha vivido silenciando, como hicieron con Mariátegui a quien hasta hoy distorsionan, las investigaciones de quienes no se ajustaron a las directivas dictadas desde el exterior, como ha sido, por ejemplo, el silenciamiento de Hildebrando Castro Pozo (1).
Esa izquierda decadente democrático-popular y estalinista que, convenientemente divide las opciones políticas, de manera eurocéntrica, entre derecha e izquierda es la que ya no da más y merece el basurero de la historia.
El Perú, (también Bolivia, Ecuador, parte de Colombia, Chile y Argentina que conformaron el Tahuantinsuyo) tiene mucho que aportar en este campo. En la formación de nuestro pensamiento social, el Ayllu debiera tener una gran presencia. No debe caber duda de que quienes dieron forma jurídica al Ayllu debieron ser pensadores colectivistas que diseñaron una sociedad en términos de equidad y reciprocidad.
Sin duda el Ayllu debió tener sus filósofos, sociólogos, juristas y sus debates populares para haber alcanzado la magnitud que tuvo en el Tahuantinsuyo y que aun se conserva.
Queda como tarea pendiente a los historiadores, arqueólogos y antropólogos descifrar el origen de esta formación social y de las leyes que lo regían como el Ayni y la Minka. Pero a pesar de que no tenemos la información precisa de sus orígenes y de sus pensadores, eso no es obstáculo para que consideremos el Ayllu como nuestro aporte a la formación del pensamiento universal. Este sistema de sociedad comunal colectivista, además, tiene todos los elementos para el futuro político de nuestra nación.
Cierto es que el Ayllu está directamente ligado al trabajo agrario. Pero no es menos cierto que la experiencia de las ciudades también, en muchos casos, ha conducido al Ayne y la Minka.
Por lo que, si estamos de acuerdo de que el socialismo, entendido como la asociación de productores libres, autónomos e independientes, sin Estado que maniate a la sociedad, está en el destino de la sociedad mundial, el socialismo peruano estará basado en los conceptos derivados de nuestro histórico Ayllu.
Pensar en el Ayllu,
Como parte de la estructura social del futuro del Perú es, sin duda, una creación heroica como la que reclamaba el Amauta.
Tal vez sea el anquilosado burocratismo estalinista, responsable de echar sombras sobre las ideas de José Carlos Mariátegui, lo que cause el justo rechazo y profundo desprecio que los jóvenes generalizan contra toda la izquierda, además del desprecio a toda la nauseabunda derecha.
Entre nuestro aporte histórico, el Ayllu, y el científico socialismo, podría resultar el modelo de sociedad que construya al fin nuestra esperanza.
(1) Hildebrando Castro Pozo (Ayabaca, Piura, 1890-1945), fue un intelectual brillante que estuvo activo en las Jornadas por las 8 horas. En 1919 se graduó como bachiller en Jurisprudencia con la tesis «El problema sociológico-legal de las comunidades de indígenas». En 1923 fue desterrado por Leguía por oponerse a su reelección. Apoyó a Luciano Castillo en la fundación del Partido Socialista como respuesta a la estalinización impuesta por el traidor Eudocio Ravines, quien al cambiar la denominación Socialista por “Comunista”, al partido que fundara el Amauta, también inició la distorsión de sus ideas, acción que perdura en la izquierda democrático-popular.En 1936, este autor escribió Del ayllu al cooperativismo socialista, un libro que merece una difusión que hoy carece.