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Foto: Red Solidaria de Trabajadores, Perú

No me defiendas, compadre

De cómo el fujimontesinismo, el Apra, PPK, Movadef y la izquierda que ya fue, se quieren almorzar al movimiento de juventudes.

“Hay que superar la ilusión de que el movimiento lo puede todo para avanzar hacia una organización duradera, plural e institucionalizada” (Sinesio López, La derrota parcial de una estrategia.*)

CABE

Publicado: 2015-01-08


El tsunami que está creciendo como movimiento juvenil en el Perú, ya ha tenido algunas victorias, la primera ha sido traslucir la mendacidad de los parlamentarios y políticos como Alan García, Keiko Fujimori y PPK, quienes a pesar de estar a favor de la Ley Pulpín, hoy pretenden ganarse el favor de los jóvenes “distanciándose” del esperpento cuyo verdadero nombre debiera ser, Ley Pro-Confiep.

Nadie se come el cuento de esos políticos de derecha.

Además, llega oportunamente cuando en este año empiezan a calentarse los motores de las elecciones presidenciales del año próximo. Los jóvenes ya saben que la cloaca de los partidos de derecha solo pretende imponerles un bozal para inducirlos a unas votaciones que no resuelven nada, pues una vez instalado en Palacio, al nuevo presidente se le achinarán los ojos y el fujimontesinismo seguirá gobernando como hace 25 años.

También se frotan las manos

Las organizaciones de la izquierda “tradicional”, (Patria Roja, la variopinta estalinista y los reformistas de todo matiz, como aquellos que se juntaron en el fallido Frente Amplio). Las apetencias electorales no los diferencia de los partidos de la derecha. Ya los jóvenes los reconocen y repudian porque son más de lo mismo.

Sin duda alguna, el Movadef, es decir la cara “amable” del senderismo, también está tratando de sacar agua para su molino. El molino de la amnistía, que al decir de ellos permitiría la liberación no sólo de Abimael Guzmán, sino de Alberto Fujimori y hasta Vladimiro Montesinos. Mas allá de eso no tienen nada que ofrecer, como Keiko Fujimori.

Los jóvenes activistas, no son bobos

Las zonales que se han formado para organizar las acciones de lucha, están muy activas consiguiendo información e ideas de adonde dirigir el movimiento. Esto es importante, sin embargo, los personajes que están siendo invitados a exponer argumentos sobre la ley Pulpín y alternativas políticas, no están a la altura de las demandas de los jóvenes, que saben lo que anda mal y por eso sus pancartas y banderolas dicen “¡No al capitalismo!”.

Recientemente, en una conferencia convocada en el Centro Cultural de Ate-Vitarte, donde precisamente dominaba el escenario una pancarta muy explícita que decía “No al capitalismo”. Los expositores parecían ignorar el lema. Es más, uno de los jóvenes ponentes destacó que había que establecer bien los límites del “programa mínimo y del programa máximo”, que la lucha actual es solo por la revocatoria de la ley Pulpín, y que las consignas del programa máximo aun no están planteadas.

Craso error

Que muestra los años de dominio ideológico del reformismo estalinista en que la infausta estrategia de revolución por etapas encajó perfectamente con la idea, desarrollada en el Perú por Haya de la Torre, de “programa mínimo y máximo”.

La Ley Pulpín, debe entenderse y difundirse claramente en los jóvenes, es un engendro que se hizo posible por la Constitución fujimontesinista que instauró en nuestro país el neoliberalismo como “pensamiento único”.

Si los jóvenes quieren ampliar sus horizontes políticos

Como lo expresan cada vez con mayor interés cada vez que se reúnen, debe difundirse que ser anticapitalista, no significa solo, haber identificado al enemigo capitalista, Confiep, y “luchar por los derechos de los jóvenes”. Es ante todo luchar contra todo aquello en que se sustenta la explotación contra los trabajadores y trabajadoras.

Suponer, como Sinesio López gurú del reformismo, que hay que “institucionalizar el movimiento” (¿en el Frente Amplio que no es frente ni amplio?), porque él supone que el poder de la movilización es solo una ilusión, no es más que la visión de burócrata que piensa que las instituciones, anquilosadas y paquidérmicas por supuesto, lo pueden todo. Que le digan, a ver, semejante barbaridad a los bolivianos que han demostrado más de una vez que el arma de destrucción masiva, como ellos dicen, que tienen los pueblos es su movilización y la toma de calles….

Sin la Constitución fujimontesinista no sería posible la Ley Pulpín

Exigir, por ejemplo, la derogatoria de la Constitución fujimontesinista, que barrió los derechos laborales y puso de rodillas a los trabajadores peruanos, para la mayor explotación que hayan sufrido, podría dar un sentido político anticapitalista a la lucha. Pondría en jaque a la Confiep, a la burguesía churreta a la que representa y también podría iniciar la lucha contra el poder que hoy administra el calzonudo Humala. Sería un paso adelante para cambiar el sistema capitalista.

Exigir la derogatoria de la Constitución fujimontesinista que sustenta la Ley Pulpín, volverá a dejar ver los verdaderos rostros, siniestros, de quienes hoy intentan congraciarse con los jóvenes.

Los jóvenes indignados del Perú ya se han pronunciado en todos los tonos por el cambio, ello debe significar transformar el creciente movimiento social en un movimiento político.

Hacer política significa tener como objetivo central la lucha por el poder.

*http://www.larepublica.pe/columnistas/el-zorro-de-abajo/la-derrota-parcial-de-una-estrategia-01-01-2015


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Cabe en política

Meter la cuchara en política peruana y en general