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ARI

La historia de un hijo no deseado

"Parecía un bloque poderoso y desafiante, para los que lo miraban desde fuera. Pero se cayó en una sola noche, cuando una mayoría de dirigentes trotskistas nacionales e internacionales votaron por salirse de la Alianza en nombre de que había algún tipo de rescoldo burgués en sus filas". Raúl Wiener (Diario Uno septiembre 26, 2014, Divisiones las de antes)

CABE

Publicado: 2014-10-24

Es curioso que una historia tan trillada como la de ARI, no merezca hasta hoy un detenido estudio entre nuestros historiadores de izquierda. Si bien para muchos ARI es la piedra que no debemos volver a pisar, paradójicamente, los que más estigmatizan su historia, terminan resbalando.

Tal es el caso de Raúl Wiener, quien junto a otros columnistas, ha sacado a pasear al zombie a propósito del desastre en las últimas elecciones de la izquierda d-p (Bloque democrático-popular).

A casi 35 años de la desaparición de ARI, con la distancia suficiente para mirar de lejos “sin reír, ni llorar, solo entendiendo”, hay que poner las cosas en su sitio. Impedir que el mito basado en tergiversaciones de la realidad llegue deformado, como Frankestein, a las jóvenes generaciones que merecen saber todas las versiones de lo que pasó. Solo así podrán sacar sus propias conclusiones y apuntar a una unidad victoriosa, por el triunfo final del socialismo.

Aunque esté muy trillado eso de que pueblo que no conoce su historia… no importa. Por eso mismo, procederemos a “remover los conchos”, como diría Juan Gonzalo Rose.

ARI, Alianza Revolucionaria de Izquierda, también significa en quechua.

Para muchos jóvenes de entonces, significaba “Sí podemos”. Para algunos  dirigentes de las capillas del bloque d-p, que esperaban que Hugo Blanco les posibilitara un grueso contingente de congresistas, algo así como una mina de ingresos, su estallido fue una patinada.

Ya no se sabe qué es lo que más les duele: o el desplome de una esperanza revolucionaria o haber matado a la gallina de los huevos de oro. Como anda la corrupción, también entre los viejos dinosaurios de la izquierda, ya es válido pensar en todo.

A raíz del Paro Nacional del 19 de Julio de 1977, 

La dictadura de Morales Bermúdez, convoca una Asamblea Constituyente para restaurar el viejo orden pre-velasquista. El APRA y el PPC responden de inmediato. Belaunde (AP), con mañoso cálculo político, se abstiene. Lo mismo que Patria Roja y Sendero Luminoso.

La izquierda no unida crea diferentes frentes para mostrar sus “correlaciones de fuerza”. Se enlistan la UDP (Unidad Democrático-Popular), el PSR del general velasquista Leonidas Rodríguez, el PCP-Unidad (Del Prado) y el FRENATRACA de los hermanos Cáceres, montados al parachoques del carro izquierdista. Ninguno consideró la presencia del "excluído y apestado" Hugo Blanco. A regañadientes y con desprecio, el FOCEP lo acepta dándole un tercer lugar, el S-3.

Nadie quería la compañía de Blanco por ser trotskista.

Se acercaban las elecciones y la dictadura permite el retorno del deportado. Ante un espacio gratuito de la TV peruana, justo al producirse un “paquetazo” que elevaba los productos de la canasta familiar, Blanco, en vez de hablar de su candidatura llama a apoyar el Paro Nacional convocado por la CGTP.

En lenguaje sencillo, ante cámaras, Blanco preguntará, “señora, ¿que hace usted cuando hay mucha suciedad en su casa? Agarra la escoba, junta los desperdicios, los recoge y los bota a la basura. Es lo que hay que hacer en nuestro país, meter en una bolsa a la dictadura de militares y de patrones y botarlos a la basura”. Allí, Blanco enfatizará su arenga: “¡Sin generales y sin patrones: GOBIERNO DE LOS TRABAJADORES!”.

Hugo Blanco volvió a ser deportado.

Pero su mensaje alcanzó la imaginación del pueblo. La noche de las elecciones, cuando los comentaristas políticos de la televisión ni siquiera lo mencionaban, su nombre se impuso como el tercer candidato más votado junto con Víctor Raúl Haya de la Torre y Luis Bedoya Reyes.

Al convocarse a las elecciones generales el clamor popular por todo el Perú era ¡Hugo Blanco, presidente!

La “izquierda” se encoge de hombros, a Blanco no se le perdona que sea trotskista.

El FOCEP lo separa de sus filas y se arrima a una alianza con el PCP y el PSR, para posibilitar la candidatura de Genaro Ledesma. El ARI todavía no existía. Se funda el PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores) y a pesar de contar en sus filas con el tercer político mas votado, el JNE se niega a legitimarlo. 

Una avezada conspiración aprovecha la circunstancia e involucra a Alfonso Barrantes Lingán para desplazar a Blanco, pero la altura del cusqueño se hace inalcanzable.

A fines de 1979, se agrupan dos tendencias al margen del PSR, el PCP y el FOCEP. El sociólogo Aníbal Quijano, las clasificará como Bloque democrático-popular (Bd-p) y Bloque Socialista (Bs). El primero se identifica por su adhesión a la doctrina estalinista y socialdemócrata de la revolución por etapas, cuya meta es un gobierno “democrático-popular”, compartido por obreros, campesinos, pequeña burguesía y una supuesta “burguesía nacional”. Este proyecto, permite al capitalismo seguir con vida. Se trata de un programa reformista.

El Bloque socialista propone una revolución de los trabajadores de la ciudad y el campo para instaurar un gobierno de transición al socialismo, sin participación burguesa. Los trabajadores en el poder cumplirán las tareas de una revolución democrática (reforma agraria, industrialización, derechos civiles plenos sin discriminación de raza religión o preferencia sexual) al mismo tiempo que se liquida la propiedad privada de los grandes medios de producción. La economía socialista sería planificada centralizadamente de acuerdo a las necesidades nacionales.

El historiador Antonio Zapata, en diciembre del 2011, ante una polémica entre Carlos Tapia y Luis Fabre, desempolva sus recuerdos sobre ARI, pero la historia se le escapa de las manos y se convierte en una aburrida explicación sicológica de los hechos. 

Sin embargo, aunque de manera incompleta, menciona a los protagonistas de la historia: “Se formó ARI con la presencia de dos grupos trotskistas: el PRT de Hugo Blanco y el POMR de Ricardo Napurí. Asimismo, era parte de ARI, la UDP, a su vez integrada por tres partidos: el MIR de Carlos Tapia y Carlos Malpica, VR de Javier Diez Canseco y Edmundo Murrugarra y el PCR de Manuel Dammert. Por último, también se hallaba presente el UNIR, un frente maoísta dirigido por Patria Roja, en ese entonces encabezado por Horacio Zevallos. Es decir, en ARI se hallaban en un extremo dos partidos troskos, al otro lado, un frente maoísta, y al centro, tres grupos marxistas nacionales, motejados como ‘cholocomunistas’”. 

  A esa información falta agregar los pocos de días de presencia del PST de “cochero” Fernández Chacón, así como del POR que era parte de una escisión del POMR. Por otra parte, también hacían presencia, el grupo Sociedad y Política, dirigido por Aníbal Quijano, como Juventud Rebelde y algunos activistas del MIR.  

Así nace el ARI, el 17 de enero de 1980 .

Continuaremos.


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Cabe en política

Meter la cuchara en política peruana y en general