La percepción que tiene el pueblo peruano de sus políticos es que todos roban. No les falta razón. Para comenzar, prometer algo durante las elecciones para no cumplir desde el poder, es una forma de robar. ¿No es así, “cosito” Humala? Ya lo dijo la primera dama, difícil es caminar derecho.

¿Y por qué, ah?

Nada más y nada menos que esa es la naturaleza del hoy Estado republicano, capitalista, que ha evolucionado en el mundo desde que se construyó, a comienzos del siglo XIX, como Estado representativo para devenir, en el neoliberalismo, en únicamente representante de la putrefacción de la clase capitalista que desquiciada por su adicción al acaparamiento de dinero, ha terminado configurando un Estado lumpen.

En el caso peruano, la corrupción tiene larga data

Cuando los conquistadores dieron el golpe de Estado contra el imperio incaico, montaron una estructura de gobierno que quiso, primero, acapararlo todo, por encima de la corona española a la que habían jurado fidelidad, hasta que derrotados por La Gasca, tuvieron que conformarse con entregar parte de sus fortunas al Rey de España.

No todo, por supuesto.

Para ello montaron una red de asociaciones, tanto con los virreyes como con las autoridades de la iglesia, para que tanto los diezmos como los tributos, fueran minimizados. Así de simple. Los conquistadores y las autoridades venidas de España constituyeron un Estado virreinal para:

“Quedarse con la suya”.

La república naciente en 1821, no cambió las cosas. Los nuevos gobernantes “emancipados” ya no debían entregar tributaciones a España, pero tenían que ingeniárselas para “quedarse con la suya”. Las enormes riquezas del Perú, sirvieron para eso. Primero fue el guano de las islas, que significó un bloqueo para el desarrollo de una industria agropecuaria, que pudo desarrollarse con ese abono ya usado durante el incanato en los andenes base de todo su sistema agropecuario.

Con la constitución fujimontesinista, el Estado de bienestar, que intentó legitimarse con la Constitución de 1979, se transformó en un Estado delincuencial. La privatización del Estado y de todas sus responsabilidades fue la forma con la que se legitimó este asalto.

El fujimontesinismo y la cleptocracia

…No solo cortó las manos a una institución que podía intervenir en la economía, no solo para arbitrar los conflictos interburgueses. Sobre todo, involucionó a la burguesía empresarial incipiente, que existía en los parques industriales de las avenidas Argentina, Colonial y Venezuela, en los conos de Lima y en el resto del país. Esta burguesía, fue empujada a dejar la actividad industrial para volver a la condición de testaferra, como la calificó JC Mariátegui a comienzos del siglo pasado. 

El Estado peruano, una canasta de manzanas podridas

Cualquier manzana buena que ingrese a la canasta se pudrirá poco a poco. De nada valdrán las buenas intenciones de algún buen candidato, no necesariamente de “izquierda”. “De buenas intenciones, se dice, está empedrado el camino al infierno”.

Si alguien quería una respuesta de por qué los gobernantes no cumplen lo que prometen, ya lo sabemos. El Estado al que aspiran administrar es solo una canasta de manzanas podridas.

¿Entonces?

Ese estado corrupto, con todas sus instituciones, representativo de los intereses mafiosos de la burguesía, debe ser extinguido.

La Marcha contra la corrupción, señala el camino. Mas que llenar de votos las ánforas por candidatos que después nos van a traicionar, hay que llenar las calles y prepararse para la construcción de un nuevo sistema en el que el Estado no nos “represente”. 

El Estado debemos ser todos.