La “vía pacífica al socialismo”
…fue la vía violenta a la derrota
Las fuerzas armadas chilenas son profesionales y no atentarán contra la democracia.- Frase común en funcionarios del gobierno de Allende
Este 11 de septiembre recuerda dos atentados en los que, en ambos, el pueblo puso “sangre sudor y lágrimas”. Con una diferencia. En Nueva York, aun quedan dudas de quienes fueron los autores. Nunca estuvo suficientemente claro. Los servicios de inteligencia de EEUU nunca han sido lo suficientemente explícitos. Lejos de evitarlas, todo lo que han hecho ha sido sembrar dudas.
El otro 11-S, de 1973, si quedó explícito: fue dirigido directamente desde EEUU. Lo que al parecer no quedó suficientemente claro para los grupos de izquierda, cuales fueron las lecciones de la experiencia chilena, en la que perdió la vida el presidente Salvador Allende y cientos de sus compatriotas por el delito de ser de izquierda. En un esfuerzo por volver atrás en el tiempo, es preciso recordar el contexto ideológico en que se produjeron los acontecimientos en el país del sur.
En los años 60 del siglo pasado,
a raíz de la revolución cubana que tuvo de protagonistas victoriosos a los barbudos guerrilleros dirigidos por Fidel Castro, Camilo Cienfuegos y el Che Guevara, una polémica encendió los corrillos de la izquierda internacional, dominaba ésta por el estalinismo moscovita que imponía la doctrina de la coexistencia pacífica, al mejor estilo del revisionismo socialdemócrata del siglo XIX, mutado al reformismo.
La experiencia china, victoriosa 10 años antes que la cubana y ésta, se registraban en los jóvenes izquierdistas como una negación a las órdenes que venían de Moscú. Los tiempos de la revolución habían llegado, se decía entonces, y todo era cuestión de “agarrar los fierros y tirar para el monte”.
En Chile, casi de manera excepcional,
el Partido Socialista y el Comunista, eran unas fuerzas de gran importancia que juntas podían disputar el poder a los partidos de derecha. Varias veces intentaron juntos ganar las elecciones, mediante la candidatura del carismático médico Salvador Allende, hasta que por fin en las elecciones de 1970 se realiza el sueño.
Como no podía ser de otra manera, la conspiración imperialista comenzó meses antes de las elecciones y es el propio Henry Kissinger, Secretario de Estado del presidente de EEUU, Richard Nixon, quien dirige la operación con ingentes recursos, primero para evitar que Allende fuera electo, luego para impedir que su gestión tenga éxito y finalmente para derrocarlo.
Todo eso es historia conocida
La pregunta es ¿Pudo evitarse el pinochetazo? Desde el otro extremo de la llamada “vía pacífica” la respuesta de entonces fue que “sólo la lucha armada” pudo posibilitar un triunfo popular. Hoy mismo hay quienes se lo creen. Tal vez eso explique los atentados terroristas que acaban de comenzar en el Chile de la Bachelet.
El caso es que “la lucha armada”, y la teoría maoísta de que el “poder nace del fusil”, también ha producido derrotas sangrientas, dictaduras fascistas, y sobre todo que a partir de ellas y del monopolio informativo de la burguesía neoliberal, hoy hablar de revolución o de socialismo es provocar el pánico. Por lo tanto, es posibilitar la perpetuidad de un sistema que sigue incrementando la miseria, la marginación y lo que es peor la amenaza con la destrucción del planeta en que vivimos.
Sin embargo, hoy más que nunca el mundo necesita un cambio y tanto la “vía pacífica” como la “lucha armada” no lo garantizan.
¿Qué hacemos entonces?
Ya hemos visto con qué facilidad el imperio depone hoy gobiernos que son un estorbo para su poder supremo. Con recursos y haciendo uso de todos los medios a su alcance, prensa, televisión, redes sociales, con un discurso muy simple, se han generado revueltas como las “primaveras” árabes (Egipto, Libia, Ucrania), que han dado como resultado la destitución de gobiernos, hostiles o no al imperio, y posibilitado crisis en las que el gran poder se maneja como pez en el agua.
Los pueblos no necesitan grandes recursos para movilizarse. Sienten en carne propia la crisis que provoca el sistema, el estómago arde de hambre, la desesperación acrecienta la ansiedad y la angustia, las manos solo sirven para jalarse los pelos, la violencia familiar es un recurso de escape, la delincuencia otro. Los políticos de derecha encuentran en estos sectores marginales su caudal electoral ofreciendo dádivas y paliativos, para por lo menos salvar el día con una porción de arroz y frijoles que se dan como dádiva para comprarles su voto.
Y la izquierda cae en la trampa electoral,
buscando desesperadamente ganar las elecciones: intentando llenar las urnas de votos, cuando de lo que se trata es de llenar las calles con el pueblo. Y no nos damos cuenta Que un mensaje esperanzador de cambio podría crecer si se toma la decisión de empezar a propalarlo. El camino para encontrar el final del túnel tal vez está mas cerca de lo que imaginamos y solo falta la decisión de echarse a andar. Hay que decidirse con ganas de triunfar. ¡Sí se puede!
Cuando el pueblo triunfe, el 11 de septiembre que sembró de sangre y lágrimas en Chile 1973 y en Nueva York 2001, dejará de ser una huella dolorosa y será sustituido por un esperanzador amanecer.
Nota.- el título de esta nota está tomado de unas expresiones pegadas en el Fb de Karina La Karina, una militante internacionalista chilena.