¿ELECCIONES?
O las malas lecciones de una "democracia" neoliberal
A la salud de mi buen amigo José Bustos
Una vez más, el Perú se prepara para una elecciones que, parafraseando a Cantinflas, “nos ha llevado no sé a donde pero nos sigue llevando”. (¿?)
Ese proceso involucra la elección de 25 presidentes regionales a los que se sumarán 25 vicepresidentes y 274 consejeros. Por su parte 195 municipios provinciales y 1647 municipios distritales integrarán un total de 10,526 regidores provinciales y distritales. Ocupar esos puestos es una lotería con una mayoría de candidatos que van “por dios y por la plata”. Por si alguien lo duda ya los medios, descaradamente, han publicado el alto número de corruptos y gente comprometida con el narcotráfico, que postula a la reelección o simplemente a una elección para hacerse de un botín.
El caso de la disputa por Lima es emblemático. De acuerdo a las encuestas recientes, el 47% de votos los tiene ganados el candidato de Solidaridad Nacional, Luis Castañeda Lossio. Precisamente, es el mismo porcentaje de gente que, consultada por las encuestadoras, no tiene reparo en afirmar que votará por quien “roba pero hace obras”. Esta es la moralidad y el nivel de ética alcanzado por el capitalismo neoliberal, que asaltó el poder tras el fujimontesinismo en el año 1992.
El botín
De acuerdo a cifras oficiales, el 33% del Presupuesto del Sector Público en 2013, se distribuyó entre los gobiernos regionales, tal fue la suma de S/.35,726 millones, (de soles). Para el 2015, para que se vea que el llamado boom de la economía peruana ya fue y ahora está en picada, el monto que se distribuirá será de 19,423’143,802.00, una “mochada” del 45%. (Fuente, MEF). Aun así, es un monto no despreciable para quienes se frotan las manos pensando en “la suya”.
En el caso de los municipios, el de Lima es emblemático, su presupuesto actual asciende a 1,800 millones de soles. En realidad no es mucho, es casi 200 soles anuales por persona para una ciudad de 9 millones de habitantes. Sin embargo la capacidad de financiación que tiene Lima es mayor, porque al privatizarce los servicios, entra a tallar la empresa privada que logra suculentos negocios en la financiación y la realización de obras. Es aquí donde se demuestra al infinito, que es el lucro y no la supuesta “vocación de servicio”, que arguyen sus representantes, lo que motiva el acercamiento de las corporaciones capitalistas al servicio público.
Hacer obras para robar mejor
Cuando el capitalismo neoliberal legitimó un Estado de uñas largas, gracias a la Constitución (1992) elaborada en la salita del SIN, bajo el mando siniestro de Vladimiro Montesinos, alias “Rasputín”, toda la función pública pasó a ser abierta y descaradamente, un apéndice de las angurrias de la empresa privada. Lo saltante de esa constitución es que desde el punto de vista económico, prohibe a todas las entidades estatales ingresar al terreno productivo o competir con las empresas privadas. Lo que empujó a una privatización general de casi todos los servicios públicos.
Antes, los municipios tenían sus propios camiones recolectores de basura, por poner un ejemplo, pero a partir del fujimontesinismo, ese servicio debía ser contratado con una empresa particular. Es así como, en este caso, aparece RELIMA, una empresa que en menos de 18 años de operaciones ha hecho suculentos negocios con el municipio capitalino que según se sabe alcanza los casi 60 millones de soles anuales.
En el 2005, a pesar de serios incumplimientos de contrato, Castañeda les renovó el contrato por 10 años más, y luego, sin que haya suficientes precisiones, de pronto entre gallos y medianoche, el municipio le reconoce a RELIMA, una deuda de 36 millones de soles. En ese momento aparece COMUNICORE, una empresa fantasma en la que participan allegados a Castañeda, que compra esa deuda por 15 millones y se presenta a la Municipalidad de Lima para cobrar.
Luego de que esa deuda ya había sido pactada para ser pagada en 10 años, la administración de Castañeda, en dos días (más rapiditos que mano de novio) decide pagar la totalidad, con lo que COMUNICORE, se hizo de la noche a la mañana con una utilidad de 21 millones de soles. Poco después, esa empresa fantasma “desapareció” definitivamente y hasta hoy Castañeda jura que nunca se enteró de lo que pasó. Como si un elefante se hubiera metido en su casa y él no se hubiese dado cuenta.
Pero COMUNICORE no es lo más saltante
Los medios callan algo que debiera ser destacado de la administración Castañeda. Se trata de las sobrevaluaciones de cada obra que hizo. Por ejemplo el Metropolitano tuvo un presupuesto original de 420 millones de soles, pero terminó costando… Mil millones de soles. 500 escaleritas fueron presupuestadas en casi 25 millones pero finalmente costaron mas de 46 millones. Un total de 13 obras que fueron originalmente presupuestadas en 671,202 millones se sobrevaloraron en 1, 309 millones, Es decir costaron más del doble del precio original. ¿Cómo? ¿Por qué? No hay explicación. Es que Castañeda es el "mudo".
Si eso pasa en Lima, ¿qué no pasará en provincias?
Por lo pronto, los asesinatos políticos y no solo en Ancash donde el presidente regional, César Álvarez, se encuentra preso y comprometido hasta el cuello en varios asesinatos políticos por exceso de celo para marcar “su territorio” marcan la política al interior del Perú.
En nuestras próximas notas hablaremos de cómo se gobierna en el Perú neoliberal, cómo la alcaldesa de Lima Susana Villarán no ha podido evitar ser atrapada por el “modelo” neoliberal. También, soñaremos un poco de cómo debiera ser nuestro país.